Surfistas de nuestra propia mente
La mente es como el mar, siempre en movimiento, a veces tranquila, otras veces agitada por las olas de nuestros pensamientos. Con el tiempo me he dado cuenta de que soy como una surfista, tratando de encontrar equilibrio en medio de estas olas cambiantes que a veces parece que me arrastran de un lado a otro y a veces parece que me dejan flotar.
A menudo, cuando los pensamientos están agitados, es como si las olas nos movieran sin control, impidiéndonos ver con claridad lo que está debajo. Es en esos momentos cuando más abrumados nos sentimos, perdidos, literalmente, en un mar de emociones y pensamientos que chocan entre sí. Y es precisamente en ese momento cuando más necesitamos recordar que somos:
"Surfistas de nuestra propia mente"
He aprendido que no se trata de luchar contra las olas, sino de surfearlas. Cada ola, por más imponente que sea, es una oportunidad para desarrollar nuestras habilidades de mantener el equilibrio y la calma, incluso en medio de la turbulencia. Cada ola, por más imponente que sea tiene un componente en común con la más ligera y es que, también, es pasajera.
Cuando las aguas se aquietan, es como si una luz iluminara nuestra mente. La calma trae consigo una claridad que nos permite ver más allá de la superficie agitada. Practicar la calma mental, ya sea a través de la respiración consciente o toma un tiempo para estar en silencio, nos ayuda a encontrar el centro en medio del caos mental.
Reconocer la transitoriedad de los pensamientos nos regala la calma y la gratitud de saber que ninguna situación es permanente y desarrollar la capacidad de observarlos estos pensamientos sin aferrarnos a ellos es nuestra tabla. Así, podemos surfear las olas agitadas sabiendo que eventualmente encontraremos la calma de nuevo.
Fluir con el vaivén nunca ha sido la tarea más fácil pero buscar la libertad dentro del conomiento de que nada es para siempre, todo pasa y nada es eterno me ayuda personalmente no sólo a surfear las olas grandes si no también a disfrutar, con el mismo sentido de impermanencia, de los olas tranquilas, los atardeceres del mar, los buenos momentos, las sonrisas compartidas. Para bien o para mal, esas también son pasajeras.
Rosanna